"Botticelli es la vitalidad de las flores y su morbidez casi inmediata. Es una crisis, palpitante de movimiento, en la que percibe el apogeo de unas cuantas familias aristocráticas y su rápida degradación. Es ese hombre italiano, culto y refinado, frío y desprovisto de escrúpulos, que ve su ascenso y su caída y concluye que en ese impulso habita la belleza" (Montoya Campuzano, 2004).
Botticelli recibió sus mayores influencias artísticas de su primer maestro, Fray Filippo Lippi, de quien aprendió el control de las formas tridimensionales, la delicadeza expresiva en los rostros y gestos, los detalles decorativos, etc. Todavía muy joven, Botticelli se enamoró de Simonetta Vespucci, quien fue su musa y modelo en sus madonas. En los últimos años de vida Botticelli fue enormemente influenciado por el predicador Savonarola y el artista fue abandonando lentamente la pintura ya que esta era una vanidad terrenal. En sus últimas obras se ve esta desesperación religiosa e incluso llegó a quemar algunas de ellas como renuncia a la vanidad.
Buscó la perfección en la representación en la representación del cuerpo humano, la perspectiva, el volumen tridimensional, se abandonó la rigidez gótica y se acercó más a la realidad. Pintó a la naturaleza, retrataba y aparecieron los desnudos. Sandro Botticelli se centró en especial en la sensibilidad femenina, la belleza y la perspectiva, características esenciales de la escuela florentina de pintura del quattrocento.
La obra fue pintada por encargo de Lorenzo de Médici para decorar su Villa de Castello. Su relación con este noble era económica e intelectual puesto que pasó toda su vida pintando para familias florentinas, entre ellas la de los Médicis y, además, pertenecía al brillante círculo intelectual y artístico de la corte de Lorenzo de donde recibió toda una influencia del neoplatonismo cristiano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario